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Serie de videos 7 Palabras de Jesucristo en la Cruz – Cuarta Palabra:
Tengo Sed – Juan 19:28
¿Por qué \”Tengo sed\” fue una de las siete palabras de Jesús en la cruz? Entérate ahora.
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  • Date Published: 2020. 4. 13.
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¿Que quiso decir Jesús en la cruz tengo sed?

La misión de Jesús en la tierra es dejar el mensaje de salvación y morir en la cruz del calvario por la redención de la humanidad, al decir Jesús «Tengo Sed» lo dijo en un sentido espiritual en un deseo supremo que la humanidad deje las vanalidades de la vida vuelva sus ojos a Dios para que tenga felicidad.

¿Qué dice la Biblia sobre la sed?

“… Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamas; sino que el agua que yo le daré será en el una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:13-14).

¿Qué significa hambre y sed de justicia en Mateo 5 6?

Tener hambre y sed de Dios consiste en una actitud moral total, la cual llena al hombre de paz y felicidad por sí misma, pues ningún otro deseo satisface completamente, siempre se tendrá necesidad de más.

¿Por qué le dieron vinagre a Jesús en la cruz?

¿Por qué le ofrecieron vino a Jesús? Antiguamente existía la costumbre de dar de beber a los condenados a muerte un sorbo de vino mezclado con aromas, para anestesiarlos y disminuir en parte los terribles sufrimientos que les esperaban.

¿Qué significa todo se ha consumado?

Decimos que todo está consumado cuando hemos llegado a la meta final de nuestros propios objetivos y al final de nuestra existencia. Esta palabra puede ser catalogada también como la antesala de la muerte; cuando nos encontramos despidiéndonos de este mundo pasa por nuestra mente todo el historial de nuestra vida.

¿Cuál es el significado de Consumado es?

1. adj. Dicho de una persona : Que , en su oficio o especialidad , ha acreditado cierto grado de excelencia o perfección . Un bailarín consumado .

¿Qué pidió Jesús cuando tuvo sed?

Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed. Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Después de beber el vinagre, dijo Jesús: «Todo se ha cumplido».

¿Qué es lo que provoca la sed?

Unas células especializadas del cerebro, denominadas osmorreceptores, detectan esta disminución del agua celular y desencadenan el mecanismo de la sed, es decir, el proceso de búsqueda e ingesta de agua, así como la liberación de la Hormona Anti-Diurética (HAD o vasopresina) al torrente sanguíneo.

¿Por qué se tiene sed?

La sed es un síntoma natural por la que se define esas «ansias» por beber líquidos. Esta sensación no es más que un mecanismo de defensa que nuestro cerebro utiliza para que pongamos atención al nivel de agua que tenemos en nuestro cuerpo.

¿Qué es la sed de justicia?

Así que tener hambre y sed de justicia significa que debemos perseguir urgentemente la justicia. La palabra justicia tiene varias interpretaciones en las Escrituras.

¿Qué es el hambre y la sed?

Los impulsos fisiológicos del hambre y la sed están íntimamente relacionados, porque el agua se necesita en el organismo para la digestión y otros procesos bioquímicas de la asimilación de los alimentos. Alrededor del 90 por ciento del agua que consumidos tiene este propósito fisiológico.

¿Qué es el hambre espiritual?

En fin, en otros diccionarios se refiere al deseo de hacer o tener lo que otra persona hace o tiene y con esto alude a ese sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí algo que otra posee.

¿Qué significa el vinagre en lo espiritual?

En el caso del vinagre, se utiliza por su poder ácido. Gracias a este, el vinagre es un increíble limpiador para las malas energías y los malos deseos hacia un hogar o hacia alguien de los que viven en él.

¿Qué representa el vinagre?

El vinagre proviene de la actividad de las bacterias Mycoderma aceti, que realizan la reacción química de fermentación que transforma el alcohol etílico (vino) en ácido acético (vinagre), y para que esto ocurra deben existir las condiciones apropiadas de acidez pH, concentración del alcohol, nutrientes (proteínas en el …

¿Qué significa beber vinagre?

Es conocida la expresión ‘beber vinagre‘ (吃醋) en chino para decir que alguien está celoso de otra persona.

¿Qué dice en Juan 6 35?

35 Y Jesús les dijo: Yo soy el apan de vida; el que a mí viene nunca tendrá hambre; y el que en mí cree no tendrá bsed jamás.

¿Qué quiere decir dar de beber al sediento?

Dar de beber al sediento, beber con el prójimo, es un signo de hospitalidad, de tener interés por él, de compartir nuestra vida con él.

¿Qué dice la cita bíblica Lucas 23 46?

46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi aespíritu. Y habiendo dicho esto, bexpiró. 47 Y cuando el acenturión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.

Desde la cruz: «Tengo sed»

Una de las últimas frases dichas por Jesús tiene que ver con una de las necesidades humanas más básicas como lo es la sed. En concreto, sólo dos frases fueron dichas después de ésta y tienen que ver con cosas gloriosas como la consumación de su obra y la entrega final de su espíritu. Lo que me llama la atención es cómo, en un momento tan crucial de su ministerio, nuestro Señor estaba pensando en que estaba sediento. ¿Qué nos quiere decir con esto? ¿Hay algo que nos estamos perdiendo? Veámoslo…

Juan 19:28-29 – Después de esto, sabiendo Jesús que todo ya se había consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed.» Había allí una vasija llena de vinagre. Colocaron, pues, una esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo, y se la acercaron a la boca. (NBLH)

A partir de ahí, podemos llegar a que este pasaje nos lleva a las siguientes enseñanzas:

La humanidad de Jesús.

El cumplimiento de las escrituras.

El abandono del Padre.

La Humanidad de Jesús

Por un lado, podemos comprender este deseo que tenía Jesús de beber como algo que nos demuestra que él verdaderamente se hizo hombre para venir a morir por nosotros. Luego de haber sido expuesto a un sinfín de castigos físicos, tanto dolor y desgaste le debía estar produciendo una sed intolerable. Además, debemos considerar como un detalle no menor que toda esta escena se llevaba a cabo durante el mediodía y el comienzo de la tarde, y considerando que se encontraban en el mes de abril, ya entrada la primavera, debía hacer bastante calor. Es por eso que nuestro Señor hace esta declaración, mostrando así una debilidad propia de un hombre semejante a cualquiera de nosotros.

Al realzar la humanidad de Cristo de esta manera, Juan está dando testimonio en contra de los gnósticos, que se caracterizaban por decir que el espíritu es bueno y la materia mala. Por lo tanto, afirmaban que Jesús no había tenido un cuerpo verdaderamente, sino que su cuerpo era más bien una ilusión, por lo que el proceso de la crucifixión fue un trámite para él, y no sufrió en ningún momento. Ellos llegaban al punto de decir que Jesús era una especie de fantasma, que ni siquiera dejaba huellas en el suelo.

Pues bien, acá Juan nos da una de las tantas muestras de que nuestro Señor verdaderamente se hizo hombre para habitar entre nosotros y, a su vez, morir por nuestras transgresiones. No entra en nuestra mente limitada el entender cómo Jesús se humilló a sí mismo de tal manera al punto de tomar un cuerpo mortal y estar sujeto a las limitaciones que éste le imponía. Debe haber sido algo humillante para él, luego de existir desde la eternidad, tener que vivir en un cuerpo que se cansaba, que necesitaba comer y dormir. Él, que nunca había tenido esas necesidades, vino a la tierra, se encarnó, se humilló a sí mismo tomando forma de hombre, para llevar una vida perfecta y finalmente ser hecho pecado por nosotros, para que por medio de su sacrificio, nosotros, que estábamos muertos en nuestros pecados, pudiéramos tener vida. ¿Cómo no postrarnos en adoración a Dios con tan inmenso y sublime sacrificio? ¡Esa es la gracia de nuestro Dios!

Al tener sed, se nos dice que le ofrecieron a Jesús un poco de vinagre por medio de una esponja. Esta bebida seguramente era una mezcla de agua con vinagre llamada posca, que era usada habitualmente por los soldados durante sus campañas y los tiempos de custodia. De hecho, si bien la Palabra no lo indica, podemos suponer que fue un militar romano quien le alcanzó la esponja mojada, aunque podría haber sido cualquier persona que se encontrara alrededor. También era habitual el consumo de posca entre las clases bajas de la sociedad romana.

La posca tenía el propósito, en muchos casos, de aliviar el dolor de aquellos que estaban desfalleciendo en la cruz. Jesús no la tomó porque estaba dispuesto a sufrir hasta el final por todos nosotros (Mateo 27:34, Marcos 15:23). Juan nos indica que lo tomó, aunque considerando lo indicado por los otros evangelios, podemos concluir que sólo la probó; es decir, dio un pequeño sorbo. ¿Por qué? Es posible que lo haya hecho porque necesitaba mojar la boca para luego decir «Tetelestai» (que significa «Consumado es«) y finalmente clamar a gran voz: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu».

Jesús se hizo hombre para venir a salvarnos, y estuvo sujeto a todas las limitaciones humanas que nosotros tenemos. ¡Ese es nuestro Salvador!

El Cumplimiento de las Escrituras

En segundo lugar, Jesús hizo esta exclamación teniendo en mente el cumplimiento de cosas que habían sido escritas en el Antiguo Testamento. En este pasaje, Juan nos demuestra que, a pesar de todo el sufrimiento, Jesús estaba plenamente consciente de lo que hacía y decía. De hecho, nos indica que él sabía que el propósito por el cual había venido a esta tierra ya estaba cumplido. Pero aun así dice esta frase que tiene por propósito señalar a dos salmos que apuntan hacia él, porque en definitiva toda la Palabra, tanto del Nuevo como el Antiguo Testamento tiene por finalidad que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea levantado; él es el centro de la Escritura (Lucas 24:44).

Veamos las dos referencias a los salmos que encontramos en esta sed que tenía Jesús:

Salmo 22:15 – Como un tiesto se ha secado mi vigor, Y la lengua se me pega al paladar; Me has puesto en el polvo de la muerte. (NBLH)

Como un tiesto se ha secado mi vigor, Y la lengua se me pega al paladar; Me has puesto en el polvo de la muerte. (NBLH) Salmo 69:21 – Y por comida me dieron hiel, Y para mi sed me dieron a beber vinagre. (NBLH)

Es decir, había sido profetizado que el Mesías que vendría a padecer por todos nosotros recibiría vinagre para saciar la sed que sentía. Es por ello que Jesús, al afirmar que tiene sed, permite que la posca le sea ofrecida, cumpliéndose así lo que estaba escrito. Es increíble como no sólo las profecías más generales se cumplieron en Cristo, sino también cosas específicas como el hecho de que tendría sed y que le iban a dar vinagre para aliviarla.

Además, como adición a esto, debemos agregar un detalle más: Para acercarle la esponja que fue mojada en la posca usaron una rama de hisopo. Hay estudiosos que afirman que no tendría sentido esto, y que en realidad tiene que tratarse de un error ortográfico, ya que «hisopo» y «jabalina» se escriben parecido en griego; es decir, afirman que en realidad era un soldado utilizando su lanza para este fin. Más allá de que este argumento parezca razonable, no tenemos motivo para creer que se pudo haber usado una rama de hisopo lo suficientemente larga y resistente para poder alcanzar la boca de Jesús con ella. Y esto cobra mucho más sentido a la luz de los siguientes pasajes:

Éxodo 12:22 – Tomarán un manojo de hisopo, y lo mojarán en la sangre que está en la vasija, y untarán con la sangre que está en la vasija el dintel y los dos postes de la puerta. Ninguno de ustedes saldrá de la puerta de su casa hasta la mañana. (NBLH)

Tomarán un manojo de hisopo, y lo mojarán en la sangre que está en la vasija, y untarán con la sangre que está en la vasija el dintel y los dos postes de la puerta. Ninguno de ustedes saldrá de la puerta de su casa hasta la mañana. (NBLH) Levítico 14:6-7 – En cuanto a la avecilla viva, la tomará junto con la madera de cedro, el cordón escarlata y el hisopo, y los mojará junto con la avecilla viva en la sangre del ave muerta sobre el agua corriente. Después rociará siete veces al que ha de ser purificado de la lepra, lo declarará limpio, y soltará al ave viva en campo abierto. (NBLH)

En cuanto a la avecilla viva, la tomará junto con la madera de cedro, el cordón escarlata y el hisopo, y los mojará junto con la avecilla viva en la sangre del ave muerta sobre el agua corriente. Después rociará siete veces al que ha de ser purificado de la lepra, lo declarará limpio, y soltará al ave viva en campo abierto. (NBLH) Hebreos 9:19 – Porque cuando Moisés terminó de promulgar todos los mandamientos a todo el pueblo, conforme a la Ley, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua y lana escarlata e hisopo, y roció el libro mismo y a todo el pueblo, diciendo: «ESTA ES LA SANGRE DEL PACTO QUE DIOS LES ORDENO A USTEDES.»

De modo que, en primer lugar y por sobre todo, se destaca que el hisopo es el elemento usado por los israelitas para pintar el dintel y los postes de la puerta. Por lo tanto, al utilizarse este elemento, encontramos que se nos está señalando al cordero pascual, por medio de cuya sangre las personas serían salvas de la ira de Dios. ¡Ese es Cristo! Nuestro cordero pascual que nos liberó del poder del pecado y que recibió el castigo que nosotros merecíamos, siendo nuestro sustituto y tomando nuestro lugar.

En segunda instancia, el hisopo era usado para rociar a las personas que tenían lepra pero que habían sanado. Antes de volver a insertarlos en la sociedad, el sacerdote realizaba con ellas una serie de ritos de purificación. Siendo así, en este caso el hisopo señala a la santificación que nosotros recibimos por medio de la sangre de Cristo. Al Señor hechos santos e ir siendo transformados a la imagen de aquel que murió por nosotros, tenemos libertad para acceder a la presencia de Dios.

En tercera y última instancia, la sangre era rociada con un hisopo para señalar el establecimiento de un pacto. Y de la misma manera, nuestro Señor dice que «este es el nuevo pacto en mi sangre, la cual es derramada por muchos» (Mateo 26:28, Marcos 14:24, Lucas 22:20). Es decir, el hisopo nos remite al nuevo pacto que Dios estaba estableciendo con la humanidad por medio de la sangre de Cristo.

En vista de todas estas cosas, entendemos que además de mostrar su humanidad con esta frase, Jesús pretendía asociarse con todos estos pasajes del Antiguo Testamento, demostrando que él era el Mesías que traería al mundo paz para con Dios.

El Abandono del Padre

Finalmente, llegamos a un tercer motivo por el cual Jesús realiza esta exclamación estando crucificado. Su significado va mucho más allá de lo que la frase a simple vista quiere decir. No se trata de una trivial muestra de debilidad, sino que en lugar de representar su estado físico, lo que hace es señalarnos a su estado espiritual. Nuestro Señor, allá en la cruz, tenía sed porque había sufrido el abandono del Padre y había sido hecho pecado por todos nosotros. Es por ello que la sed que siente tiene que ver con la falta de la presencia del Padre en su vida, con la agonía espiritual que estaba viviendo y con el ser hecho objeto de la ira de Dios. Esa agonía era la que merecíamos sufrir nosotros por toda nuestra maldad y todas nuestras transgresiones, pero que Cristo estuvo dispuesto a cargar para que nosotros hoy pudiéramos tener vida eterna. ¡Cuán grande es nuestro Señor!

Juan 4:13-14 – Jesús le respondió: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna.”

La sed es una de las necesidades básicas que tenemos como humanos. Si dejáramos de tomar, todo nuestro cuerpo empezaría a funcionar mal; estamos hechos de agua y necesitamos tomarla constantemente para tener fuerzas y no morir deshidratados. De la misma manera, nosotros tenemos un espíritu que fue creado para relacionarse con Dios, pero cuando no recibimos de su Palabra nos vamos deshidratando y padecemos por la necesidad que tenemos de él. ¡Todos necesitamos a Dios! Incluso cuando la gente no lo reconozca porque trata de tapar esa necesidad con otras cosas, aún cuanto tengamos todas las cosas mundanas que siempre necesitamos, si no tenemos al Señor en nuestro corazón, vamos a sentir nuestra falta de él. Una falta que será eterna para aquellos que rechacen la obra de Cristo en la cruz y no crean en él para salvación.

Por tanto, lo que el agua es para la vida de nuestro cuerpo, lo es Dios para la vida de nuestro espíritu. Él es el agua que sacia los anhelos más profundos del ser humano y que le da un sentido a nuestras vidas, ya que después de todo fuimos creados por él y para él. Es por eso que cuando el Espíritu Santo nos hace nacer de nuevo, recibimos de esa agua que nos va a saciar para siempre. En Dios encontramos nuestra plena satisfacción; no necesitamos nada más.

Esta necesidad; esta ausencia del Padre era la que estaba experimentando Jesús en la cruz al haberse hecho pecado por nosotros. Por primera vez desde la eternidad, él había sido abandonado por el Padre, y no podía resistir esa ausencia en su interior. ¡Esta es la sed de la que habla con esta expresión! Esa misma sed que sufren todos los que son separados de Dios:

Lucas 16:24 – Y gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, pues estoy en agonía en esta llama.’

Cuando Jesús nos narra la historia del rico y Lázaro, podemos ver la agonía que siente una persona que no confió en nuestro Señor como su salvador, una vez que termina su vida terrenal. Mientras se encuentran en el Seol, aguardando el juicio final donde serán todos los impíos arrojados a lago de fuego, vemos que estas personas tienen una característica: Están sedientas. Esto se debe a que no tienen el agua viva que es capaz de saciarnos para siempre, para vida eterna. Entonces, de eso se trata el infierno: De vivir una eternidad separados completamente de Dios y con la plena conciencia de ello.

Haciendo un paralelo, podemos ver que eso mismo es lo que sintió Jesús al hacerse maldición por nosotros, para que hoy podamos tener vida eterna. Esta es la sed que tenía el Señor, y también la que teníamos nosotros hasta el momento en que creímos. ¿Cómo no entregar nuestras vidas a aquel que nos da plena satisfacción para siempre? ¿Cómo no agradecerle a Dios por esa gracia sublime? ¿Cómo no adorar a quien recibió el castigo que nosotros merecíamos?

Fede Sinopoli Miembro de la Iglesia Asamblea Cristiana de Villa Devoto. Discípulo de Jesús, busco cada día aprender un poquito más de él, disfrutando de esta aventura de vivir como hijos del creador. Me encanta que Papá me desafíe a hacer nuevas cosas para su gloria, y es un placer que podamos crecer juntos en el Señor mediante este blog. More Posts

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QUINTA PALABRA: «Tengo sed»

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En la cruz del calvario, en los momentos previos a su entrega total Jesús se profundizó interiormente y exclamó ¡Tengo Sed! y al escucharlo alguien se le acercó y alcanzó vinagre con hiel pero no bebió y después probó vinagre, pero Jesús tenía sed que los humanos recuperemos los dones naturales para una calidad de vida, de respeto por la vida, de respeto de los que han sido concebidos y están por nacer.

La misión de Jesús en la tierra es dejar el mensaje de salvación y morir en la cruz del calvario por la redención de la humanidad, al decir Jesús «Tengo Sed» lo dijo en un sentido espiritual en un deseo supremo que la humanidad deje las vanalidades de la vida vuelva sus ojos a Dios para que tenga felicidad.

En el momento de su entrega Cristo estaba haciendo mención a la vida, a una vida con mucha abundancia con mucha generosidad y con mucha calidad, pero para lograrlo significa adentrarnos con Jesús y decir como el apóstol Pablo ¡crucificado estoy conjuntamente con Cristo.

Las 7 palabras son los momentos en que el va diciendo su pensamiento, su vivir sen los momentos postreros, sus expresiones sobre todo cuando está ya para cumplir la voluntad de su padre a favor nuestro, no olvidemos que Jesús es nuestro mejor amigo que con su sacrificio nos invita a que construyamos un mundo como él lo quiere y como lo quiere Dios su Padre, porque en lasa actuales circunstancias no hacemos las cosas con limpieza, con ética, con claridad y transparencia.

La redención de Cristo purifica a la persona y esa purificación los hombres y mujeres tienen que conservarla para retribuir el sacrificio de Jesús en la Cruz del Calvario y ser hombres nuevos con la recuperación de los dones naturales; si bien el camino no es sencillo, pero solamente los valientes y perseverantes en Dios ganarán el Reino de los Cielos.

Las 7 Palabras

PRIMERA PALABRA: «Padre perdónalos por que no saben lo que hacen»

SEGUNDA PALABRA: «En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso»

TERCERA PALABRA: «He aquí a tu hijo, he aquí a tu madre»

CUARTA PALABRA: “Dios mío, Dios mío ¿Porqué me has abandonado?”

QUINTA PALABRA: «Tengo sed»

SEXTA PALABRA: «Todo está consumado»

SÉPTIMA PALABRA: «Padre en tus manos encomiendo mi espíritu»

El Agua Viva Para Saciar La Sed Espiritual

“Al vivir el Evangelio de Jesucristo, desarrollamos en nuestro interior una fuente viviente que satisfará eternamente nuestra sed de felicidad, de paz y de vida eterna.”

En el comienzo de Su ministerio terrenal, el Salvador y Sus discípulos pasaron por Samaria, mientras viajaban desde Judea a Galilea. Cansados, con hambre y sed, debido a la jornada, se detuvieron en el pozo de Jacob, en la ciudad de Sicar. Mientras los discípulos iban en busca de comida, el Salvador se quedó cerca del pozo; al ver a una samaritana que había ido a sacar agua, le pidió de beber. Debido al rencor que existía entre judíos y samaritanos y al hecho de que no se hablaban con mucha frecuencia, la mujer respondió a la petición del Salvador con una pregunta: “… ¿Cómo tu, siendo judío, me pides a mi de beber, que soy mujer samaritana? …” (Juan 4:9).

Según leemos en el Nuevo Testamento, el Salvador se valió de aquel simple encuentro en el pozo para enseñar verdades poderosas y eternas. A pesar de su cansancio y sed, el Maestro aprovechó aquella oportunidad para testificar en cuanto a Su misión divina como el Redentor del mundo y para proclamar con autoridad Su verdadera identidad como el Mesías prometido. Con paciencia y consideración le respondió a la mujer:

“… Si conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: Dame de beber; tu le pedirías, y el te daría agua viva” Juan 4:10).

Intrigada y dudosa, y al ver que Jesús no llevaba recipiente para el agua, la mujer volvió a preguntar: “… ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?” Juan 4:11). En una extraordinaria promesa, el Señor entonces declaró ser la fuente de agua viva, el manantial de vida eterna, diciéndole:

“… Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;

“mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamas; sino que el agua que yo le daré será en el una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:13-14).

Sin comprender en absoluto el significado espiritual del mensaje del Señor, la mujer, que pensaba solamente en satisfacer la sed física y su propia conveniencia, le exigió: “… Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla” Juan 4:15).

Al analizar la conversación entre el Salvador y esa mujer, el elder Robert L. Simpson enseñó lo siguiente:

“A través de la historia, el hombre ha buscado siempre el camino mas fácil. Algunos han dedicado su vida a la búsqueda de la ‘fuente de la juventud’, un agua milagrosa que les brindaría vida eterna. Hoy día. muchos continúan buscando … alguna fuente mágica que les traiga el éxito, la satisfacción y la felicidad. Pero la mayor parte de su búsqueda es en vano … Únicamente esta ‘agua viviente’, el Evangelio de Jesucristo, puede brindar una vida feliz, de éxito y eterna a los hijos de los hombres” (“Conference Report”, octubre de 1968, pág. 96).

La promesa del Salvador a esa mujer se extiende a todos los hijos de nuestro Padre Celestial. Al vivir el Evangelio de Jesucristo, desarrollamos en nuestro interior una fuente viviente que satisfará eternamente nuestra sed de felicidad, de paz y de vida eterna. En Doctrina y Convenios, el Señor explica claramente que só10 la obediencia total puede dar acceso al manantial de agua viva que refresca y vivifica nuestra alma:

“Mas a quien guarde mis mandamientos concederé los misterios de mi reino, y serán en el un manantial de aguas vivas que brota para vida eterna” (D. y C. 63:23; cursiva agregada).

Cuando la mujer contestó que sabia que el Mesías habría de venir, Jesús le dijo: “… Yo soy, el que habla contigo” (Juan 4:26). El demostró Su poder de discernimiento profético mencionandole detalles personales en cuanto a la vida de ella que solamente alguien que tuviera percepción divina podría haber sabido. Azorada, la samaritana dejó su cántaro y se apresuró a contar a otros su encuentro con el Señor, diciendo: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?” (Juan 4:29). Mientras ella iba por la ciudad contando lo ocurrido, Jesús les enseñó a los Apóstoles, que habían regresado, que El ya tenía “una comida que comer, que vosotros no sabéis” Juan 4:32). Los discípulos, que llevaban la comida que habían conseguido, quedaron extrañados y el Maestro les explicó: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34)

Cuando llegó la multitud de samaritanos curiosos para ver y oír al hombre que proclamaba ser el Mesías “le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días” (Juan 4:40). Las Escrituras afirman que muchos creyeron las enseñanzas del Salvador. Al escuchar, su curiosidad inicial se convirtió mas tarde en testimonio, y declararon: “… porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo” Juan 4:42).

Estos últimos días son un tiempo de gran sed espiritual. Hay muchas personas en el mundo que buscan intensamente una fuente refrescante que pueda satisfacer su anhelo de encontrar significado y dirección en su vida; ansían una fresca y satisfactoria bebida de percepción y conocimiento que de alivio a su alma sedienta; su espíritu implora experiencias de paz y tranquilidad para nutrir y vivificar sus corazón marchito.

Es cierto que “todavía hay muchos en la tierra, entre todas las sectas, partidos y denominaciones que son cegados por la sutil astucia de los hombres que acechan para engañar, y no llegan a la verdad só10 porque no saben donde hallarla” (0. y C . 123: 12) . Esforcémonos con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza por demostrar a nuestros hermanos sedientos en dónde pueden encontrar el agua viva del evangelio, a fin de que puedan beber de esa agua que salta “para vida eterna” (véase Juan 4: 14) .

El Señor proporciona el agua viva que puede satisfacer la sed ardiente de aquellos cuya vida esta reseca debido a que hay sequía de la verdad. El espera que nosotros les brindemos la plenitud del evangelio dándoles las Escrituras y las palabras de los profetas y expresándoles testimonio de la veracidad del evangelio restaurado a fin de satisfacer esa sed. Al beber de la copa del conocimiento del evangelio v llegar a comprender el gran plan de felicidad de nuestro Padre Celestial, su sed se satisface.

Así como en el pozo de Jacob, también en la actualidad el Señor Jesucristo es la única fuente de agua viva, el agua que apagara la sed de aquellos que sufren de la sequía de verdad divina que tanto aflige al mundo. Las palabras del Señor para el antiguo Israel, pronunciadas por el profeta Jeremías, describen la condición de muchos de los hijos de Dios en nuestros días:

“… Mi pueblo … me dejaron a mi, fuente de agua viva, y cavaron … cisternas rotas que no retienen agua” Jeremías 2: 13).

Muchos de los hijos de nuestro Padre Celestial dedican su valiosa vida a cavar cisternas rotas de posesiones mundanas que no pueden contener el agua viva que satisfaga plenamente la sed natural de la verdad eterna.

En el ultimo día de la fiesta de los tabernáculos, el Salvador, que había regresado a Jerusalén, extendió esta invitación universal y eterna “Si alguno tiene sed, venga a mi y beba” Juan 7:37).

El elder Bruce R. McConkie [uno de los Apóstoles, ya fallecido] definió el agua viva como “las palabras de vida eterna, el mensaje de salvación, las verdades en cuanto a Dios y Su reino … las doctrinas del evangelio”, explicando que “donde haya profetas de Dios, habré ríos de agua viva, pozos llenos de verdades eternas, manantiales de los que brotan los sorbos vivificantes que salvan de la muerte espiritual” (Bruce R. McConkie, Doctrinal New Testament Commentary, 3 tomos. Salt Lake City: Bookcraft, 1965-1973, 1:151-152).

El Señor ha declarado: “sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo” (D. y C. 1:38). Tenemos la bendición de vivir en una época en que hay en la tierra profetas y Apóstoles por medio de los cuales se nos refresca continuamente con un chorro abundante de verdad eterna que, si la obedecemos, nos trae el agua viva del Señor. Haciendo eco a aquellos samaritanos que escucharon al Salvador en el pozo de Jacob, nosotros, también, podemos decir con fe y con firme convicción: “… Porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo” (Juan 4:42).

Extrañamos la voz del presidente Howard W. Hunter. Ciertamente, en su sencilla elocuencia aprendimos en cuanto al amor, la esperanza y la compasión de Jesucristo. El nos elevo a nuevos niveles de conocimiento y nos exhorto a renovar nuestra dedicación a guardar los convenios sagrados; nos hizo recordar también que “el sacrificio supremo de Cristo puede aplicarse a nuestra vida solamente si aceptamos su invitación de seguirlo” (“El nos exhorta a seguir a Jesucristo”, Liahona, octubre de 1994, pág. 4). Cuando el presidente Hunter nos pidió “que nos tratáramos unos a otros con mas bondad, mas cortesía, mas humildad, paciencia e indulgencia” (Ibid, pág. 3), su ejemplo personal de estas virtudes divinas nos enseño con un poder persuasivo que incluso trascendía sus inolvidables palabras. Nos exhorto a beber con mas frecuencia y con mas propósito del agua viva para recibir alimento espiritual.

El presidente Howard W. Hunter dijo en otra oportunidad:

“’… El deseo mas grande de mi corazón es que todo miembro de la Iglesia sea digno de entrar en el templo. Desearía que todo miembro adulto fuera digno de obtener una recomendación para entrar en el templo y que tuviera esa recomendación vigente, aunque por el momento no pueda ir porque vive lejos de un templo o le sea imposible asistir muy seguido”’ (citado por James E. Faust, “El rastro del águila”, Liahona, septiembre de 1994, pág. 4).

El deseaba que todos fuésemos fortalecidos por la santidad y la seguridad que se encuentran dentro de esas sagradas paredes de la Casa del Señor. Que mejor manera de familiarizarnos mas con el Salvador y de fortalecer nuestro cometido de parecernos mas a El, que visitar con frecuencia Su santa casa y beber de las aguas vivas que ahí se encuentran. El presidente Hunter deseaba que, mediante una vida recta, fuésemos merecedores de las bendiciones de belleza, revelación y paz que se encuentran en nuestros templos. Por eso repetía la invitación de que reconociéramos el “templo … como el símbolo mas grande de [nuestra] participación como miembros de la Iglesia” (Ibid, pág. 4).

Hoy día. hemos sostenido al sucesor del presidente Hunter. Me regocijo con los demás en la oportunidad que hemos tenido en esta asamblea solemne de sostener al presidente Gordon B. Hinckley como Profeta, Vidente y Revelador, y como portavoz de nuestro Señor Jesucristo aquí en la tierra. El es el Ungido del Señor; el posee todas las llaves del sacerdocio y esta autorizado para ejercitarlas a fin de guiar y dirigir el reino de Dios. El presidente Hinckley es un siervo fiel del Señor cuyo corazón y voz conocemos muy bien; hemos llegado a amarlo a través de los treinta y siete años en que ha sido Autoridad General de la Iglesia. Hace casi treinta y cuatro años fue ordenado Apóstol, un testigo especial del Señor Jesucristo; es la Autoridad General que ha servido mas tiempo como tal. Cuando fue llamado al Consejo de los Doce, la Iglesia tenía un millón novecientos mil miembros, y trescientas treinta y seis estacas, mientras que en la actualidad tiene nueve millones de miembros y mas de dos mil estacas.

Por haber nacido de un padre noble y de una santa madre, el presidente Hinckley aprendió desde niño las verdades del evangelio restaurado con sus fieles progenitores, y llego a tener un profundo respeto por su patrimonio pionero y a valorarlo; siendo joven, sirvió valientemente como misionero en Inglaterra. A través de su vida ha trabajado incansablemente en la edificación del reino. Ha desempeñado sus labores bajo la dirección de ocho presidentes de la Iglesia, habiendo sido durante catorce años consejero de los tres últimos: los presidentes Spencer W. Klmball, Ezra Taft Benson y Howard W. Hunter.

La preparación que el presidente Hinckley ha tenido para este servicio actual ha sido de toda la vida. Como el presidente Boyd K. Packer nos recordó recientemente: “Ningún hombre llega a ser presidente de esta Iglesia a menos que haya sido aprendiz durante toda una vida” Ensign, abril de 1995, pág. 30). Y en las Escrituras aprendemos que aquellos que sirven como profetas fueron “preparados desde la fundación del mundo de acuerdo con la presciencia de Dios” (Alma 13:3).

Testifico que el presidente Hinckley ha sido preordenado, elegido, preparado y llamado por Dios “para declarar su palabra entre los de su pueblo, a fin de que alcancen la vida eterna” (3 Nefi 5:13). Lo he conocido bien desde mi juventud, y he observado de cerca que en el tejido de su noble carácter no hay una sola hebra de mala calidad. Durante toda su vida, el presidente Hinckley ha bebido profusamente del agua viva del Señor y Su evangelio restaurado. Debido a su firme obediencia, de el han emanado y continuaran emanando “ríos de agua viva” (véase Juan 7:38) para saciar la sed de un mundo espiritualmente reseco.

Estoy agradecido de sostener hoy día a los presidentes Thomas S. Monson y James E. Faust como consejeros de la Primera Presidencia; ellos también han sido probados en el servicio de Dios y de la humanidad durante muchos años y son valientes y fieles. Estos tres sumos sacerdotes presidentes de la Primera Presidencia merecen nuestra lealtad y devoción, y podemos apoyarlos y seguirlos con absoluta confianza y fidelidad.

Como uno de los testigos especiales, deseo unir mi testimonio al de aquellos samaritanos creyentes de antaño. Hermanos, les testifico solemnemente, así como a todo el resto del mundo, que aquel mismo Jesús de Nazaret que hablo con la mujer en el pozo de Jacob “es el Salvador del mundo, el Cristo” (Juan 4:42). El vive; El es nuestro Redentor y nuestro Mediador con el Padre; El esta a la cabeza de esta Iglesia que lleva Su nombre. La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles son Sus siervos debidamente autorizados y ordenados, y llevan sobre si la responsabilidad sagrada y solemne de dirigir Su Iglesia en estos últimos días. Nuestra obligación es hacer “la voluntad del que [nos] envió” (Juan 4:34), y llevar el agua viva a todos los que tengan sed espiritual. De esto testifico, en el sagrado nombre de Jesucristo. Amen.

Tengo sed -dijo Jesús en la cruz-, y le dieron… ¿vinagre?

Aun habiendo varias referencias bíblicas relativas a este hecho, ocurrido cuando Jesucristo estaba ya crucificado, me voy a quedar con la del Evangelio según san Juan, que en su capítulo 19 dice así:

Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed.

Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.

Después de beber el vinagre, dijo Jesús: «Todo se ha cumplido». E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.

Sin entrar en la intención de quienes se lo ofrecieron o el significado de las palabras de Jesús más allá del literal, esta historia tiene que ver con el vinagre o, mejor dicho, el supuesto vinagre. ¿Qué hacía allí un “recipiente lleno de vinagre”? La respuesta a esta pregunta es mucho más sencilla si pensamos que aquello no era vinagre, sino posca.

Crucifixion, de Harry Anderson

Si anteriormente hablábamos de los mejores vinos de la Antigüedad, en este vamos a tratar lo que hoy en día llamaríamos “vinos peleones”. La posca era una bebida que se elaboraba mezclando agua y vino picado o avinagrado. Normalmente, era el vino consumido por los ciudadanos que no podían permitirse uno de calidad superior y, sobre todo, por las legiones de Roma en sus múltiples campañas de conquista por todo el mundo conocido. Y aun teniendo un sabor nada agradable, tenía varias ventajas sobre el vino: era muy barata, no se corría el peligro de que se estropease -ya estaba picado- y era la forma más segura de beber agua (los egipcios utilizaban el vino como antiséptico y los persas como germicida). Así que, como Jesucristo estaba custodiado en la cruz por soldados romanos, es más fácil situar en esta escena un “recipiente lleno de posca” que un “recipiente lleno de vinagre”.

Curiosamente, y fruto de la devoción desmedida y de vendedores de humo que quisieron sacar algún provecho, la esponja y la rama de hisopo con la que los soldados le dieron la posca se conservan como reliquias de la Pasión de Cristo (¿?). La esponja, dividida en varias partes, se venera en la Santa Capilla de París, en la Basílica del Escorial, y en las de San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y Santa María Trastévere, en Roma.

Además de ser la bebida que acompañó a las legiones, la posca también se utilizó como un ingrediente más en algunas de las recetas que Marco Gavio Apicio incluyó en De re coquinaria, un auténtico tratado de gastronomía de la antigua Roma:

Panem Alexandrinum excavabis, in posca macerabis. Adicies in mortarium piper, mel, mentam, alium, coriandrum viridem, caseum bubulum sale conditum, aquam, oleum. Insuper nivem et inferes (Se ahueca un pan de Alejandría, se macera en posca. En el mortero se pone pimienta, miel, menta, ajo, cilantro fresco, queso de vaca condimentado con sal, agua, aceite. Se cubre con nieve y se sirve).

Spanish Sermons: LA SED DE CRISTO EN LA CRUZ

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LA SED DE CRISTO EN LA CRUZ por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles

La Tarde del Día del Señor, 24 de Enero de 2010 “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed” (Juan 19:28).

“Ya todo estaba consumado”. Jesús había cumplido las grandes profecías del Antiguo Testamento acerca de Su crucifixión. Él había sido despreciado y rechazado por Su gente. Ellos habían escondido de Él su rostro y no lo estimaron como Su Salvador, como Isaías 53 lo predijo en profecía. Él había llevado nuestros pecados en la Cruz, exactamente como lo profetizó Isaías (Isaías 53:5-6). Ellos habían traspasado Sus manos y pies, tal como fue profetizado en el Salmo 22:16, “Horadaron mis manos y mis pies”. Los soldados al pie de Su cruz habían cumplido perfectamente la profecía del Salmo 22:18, “Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes”. Todas estas profecías, y muchas otras, habían sido cumplidas. Así que, cuando Jesús habló de la Cruz y le dijo a Juan que cuidara de Su madre, “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado”, dijo una cosa más, “para que la Escritura se cumpliese”. Para cumplir completamente las profecías de las Escrituras del Antiguo Testamento, Él dijo:

“Tengo sed”.

Esto cumplió dos profecías notables en el Antiguo Testamento. Primero, cumplió Salmo 22:15:

“Como un tiesto se secó mi vigor, Y mi lengua se pegó a mi paladar, Y me has puesto en el polvo de la muerte”

(Salmo 22:15).

Después de colgar en la Cruz por horas, sin haber bebido agua, Su lengua se pegó al cielo de Su boca, y Él apenas podía hablar.

La segunda profecía que se cumplió fue dada en el Salmo 69:21:

“Me pusieron además hiel por comida, Y en mi sed me dieron a beber vinagre” (Salmo 69:21).

Para cumplir estas Escrituras, Jesús dijo:

“Tengo sed” (Juan 19:28).

Estas palabras son las más cortas de los dichos que Él dio de la Cruz. En Español son dos palabras, pero en el Griego es sólo una palabra corta, correctamente traducida por dos palabras en Español:

“Tengo sed”.

De ese dicho podemos deducir grandes verdades, pero esta noche sólo tengo tiempo para darles tres de ellas, procedentes de las palabras que salían de los labios resecos del Salvador agonizante, cuando dijo:

“Tengo sed”.

I. Primero, la sed de Jesús era una señal de Su humanidad.

No es nada extraño que Él tuviera sed. Anteriormente, cuando Jesús viajaba por Samaria, cansado de la jornada le pidió a la mujer en el pozo de Jacobo, “Dame de beber” (Juan 4:7). No es extraño, entonces, que al final de Su vida – después de haber sido azotado casi hasta la muerte y clavado en la Cruz por horas – que Él dijera:

“Tengo sed”.

Su sed nos muestra Su verdadera humanidad. Es la sed de un hombre, un ser humano. En dos ocasiones los Discípulos pensaron que Él era un espíritu. Cuando Él caminó sobre el agua del Mar de Galilea y “los discípulos viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: Es un espíritu” (Mateo 14:26). Pero, “Jesús les habló, diciendo… Soy yo, no tengáis miedo” (Mateo 14:27). De nuevo, la noche del día en que Él se alzó de los muertos, se apareció a los Discípulos y les dijo: “Paz a vosotros” (Lucas 24:36).

“Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu” (Lucas 24:37).

Pero Jesús calmó sus temores y dijo:

“Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39).

En ambos casos Jesús les dejó saber que Él era completamente humano, y no simplemente un “espíritu Cristo”. La idea de un “espíritu Cristo” es totalmente falsa, y una de las señales peligrosas de la religión falsa. Jesús predijo que: “Porque se levantarán falsos Cristos” (Mateo 24:24). El “espíritu Cristo” del movimiento de la nueva era, y de muchos cultos, no es el Cristo verdadero. El “espíritu Cristo” de estas religiones falsas fue llamado “otro Jesús” por el Apóstol Pablo en II Corintios 11:4, porque “un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39). ¡Un “espíritu Cristo” no es el verdadero Jesús!

Jesús creó los cielos y la tierra de acuerdo a Juan 1:1-3.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:1-3).

Así aprendemos que Jesús es ambos Dios y hombre – el Dios-hombre por la unión hipostática. No debemos olvidar nunca Su divinidad, como la Segunda Persona de la Trinidad. Pero se nos recuerda por Su sed en la Cruz, que también fue plenamente humano. Podemos decir de Jesús lo que Adán dijo de Eva:

“Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne”

(Génesis 2:23).

Esto ilustra Su encarnación. Él fue enviado del cielo a la Virgen María, y nació como el Dios-hombre de su vientre:

“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer…” (Gálatas 4:4).

Spurgeon dijo:

Verdaderamente qué hombre es, él es en efecto, “hueso de nuestros huesos y carne de nuestra carne”, porque lleva nuestras enfermedades…Jesús probó verdaderamente ser hombre, porque él sufrió los dolores que pertenecen a la humanidad. Los ángeles no pueden tener sed. Un fantasma [espíritu], como algunos lo han llamado no podía sufrir de esa manera; pero Jesús realmente sufrió [y Él] soportó la sed a un grado extremo, ya que era la sed de la muerte que se apoderó de él… Esa sed se debió a…la pérdida de sangre, y la fiebre creada por la irritación causada por sus cuatro heridas graves… conforme el peso de su cuerpo arrastraba los clavos a través de su bendita carne y rompía sus tiernos nervios. La tensión extrema produjo un estado febril de ardor. Era un dolor que secó su boca y la hizo como un horno, hasta que él declaró, en el idioma del Salmo veintidós, “Mi lengua se pegó a mi paladar”. (Traducción de C. H. Spurgeon, “The Shortest of the Seven Cries,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, 1972, tomo XXIV, pp. 219-220).

He visto a amigos en su lecho de muerte que pedían agua a gritos. Pero los médicos la negaron porque ellos no podían tragar. ¡Qué cosa tan horrible ver a un hombre así, sin agua para saciar Su sed al morir! Yo dije: “¡Denle un trago de agua, se está muriendo de todos modos!” ¡Pero esos doctores, que temen a las demandas más que al humanitarismo, negaron una sola gota de agua para refrescar aquellas lenguas moribundas! Spurgeon dijo:

Nuestro Señor era tan verdaderamente hombre que todos nuestros sufrimientos nos recuerdan de él: la próxima vez que [tú] estés realmente sediento [tú] podrás poner la mirada sobre él; y cuando veamos a un amigo…sediento al morir podremos [ver el sufrimiento de Jesús] vagamente, pero realmente reflejado…que tan cerca [y que relacionada con nosotros] la sed del Salvador está…(ibíd.).

Él es “Emmanuel”, Dios con nosotros, el Dios-hombre, aún en la hora en que sentimos la sed de muerte, porque Él dijo:

“Tengo sed”.

II. Segundo, la sed de Jesús era una señal de Su sustitución por los

pecadores.

Jesús dijo “Tengo sed”, porque Él es el sustituto que sufre por el pecador. Adán comió el fruto prohibido con la boca y, por lo tanto, a través de su boca salió el fruto que envenenó a toda la humanidad.

“Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres”

(Romanos 5:12),

a través de la boca del primer Adán, haciendo a todos sus descendientes “muertos en vuestros pecados” (Colosenses 2:13). ¡Así que es apropiado que el último Adán, Jesús, debe pagar por el pecado de la boca del primer Adán por el sufrimiento del dolor en Su boca! La boca de Adán “fue la puerta al pecado, y por lo tanto en [Su boca] nuestro Señor fue puesto en dolor” (Spurgeon, ibíd., p. 222). Además, la depravación de nuestra naturaleza sale de nuestras bocas. Jesús dijo:

“Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre” (Mateo 15:18).

En la Cruz, Jesús fue traspasado en el corazón con una lanza, para que los pecados de nuestros corazones pudieran ser perdonados. El llevó puesta una corona de espinas perforadoras, para que los pecados de nuestra mente pudieran ser perdonados. Sus manos fueron clavadas en la Cruz para que los pecados que cometemos con nuestras manos pudieran ser perdonados. Sus pies fueron clavados en el madero para que los pecados que cometemos al caminar a ellos y en ellos pudieran ser justificados. Y tuvo sed hasta que Su lengua se pegó al cielo de Su boca, ¡horrible sed! Para sanar los pecados de nuestras bocas.

“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:5-6).

El Apóstol Pedro nos dice que Jesús “llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (I Pedro 2:24). Sin duda estos versículos dejan claro que la sed de Jesús era parte del sufrimiento que Él pasó, como nuestro sustituto, en la Cruz. Él dijo:

“Tengo sed”

¡así cada pecado que ha salido de tu boca pudo ser castigado en Su boca! ¡Oh! ¡Maravilloso Salvador! ¡Tú has sufrido para que nosotros podamos vivir! ¡Tu boca sufrió un gran dolor en nuestro lugar – para que los pecados de nuestras bocas puedan ser expiados, y limpiados por la Sangre que fluía de Tus labios resecos y sangrados!

“Siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”

(Romanos 5:8).

“Cristo…padeció por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (I Pedro 3:18).

Jesús dijo:

“Tengo sed”,

y esa sed de sufrimiento expió por las palabras pecaminosas de toda boca humana, de cada persona que viene a Él. Pero hay un pensamiento más.

III. Tercero, la sed de Jesús puede evitarte la sed del Infierno.

El Evangelio de Lucas nos habla de un hombre que murió:

“Y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos…Entonces él dando voces…ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama” (Lucas 16:22-24).

Si Jesús no hubiera sufrido la sed en la Cruz, cada uno de nosotros tendría que sufrir de sed en el Infierno. Spurgeon dijo: “Nuestras lenguas pecadoras…tendrían que ser quemadas para siempre [en el Infierno] si la lengua de [Jesús] no hubiera sido atormentada por la sed en nuestro lugar” (ibíd., pp. 222-223) – ¡en nuestro lugar en la Cruz! Por favor pónganse de pie y canten himno número seis en su cancionero – con la melodía de “Es Medianoche, y en la Cima del Olivo”. Canten la segunda, tercera y cuarta estrofa.

Ved que le clavan manos, pies;

Su paladar muy seco es;

Sus ojos con sangre no ven,

Crucificado es Jesús.

Venid bajo la cruz a estar;

A que su sangre al brotar

Nos caiga con suave gotear;

Crucificado es Jesús,

En llanto, quebrantado ya,

Pedid y no os negará;

Jesús permite amar, llorar,

La cruz sufriste por tu amor.

(Traducción libre de “They Crucified Him” por Frederick William Faber,

1814-1863; alterado por Dr. Hymers).

Agustín dijo: “La cruz era el púlpito, en donde Cristo predicó su amor al mundo”. ¡Es verdad! ¡Él murió en la Cruz para pagar la penalidad de tu pecado porque Él te ama! ¡Pasó la agonía y el dolor para ahorrarte el sufrimiento eterno, porque Él te ama! Le vas a decir a Jesús: “¡Yo no quiero tu amor!” O vas a decirle a Él:

¡Vengo ya Señor!

¡Vengo hacia a Ti!

Lávame en tu sangre que

Fluyó Señor por mí?

(Traducción libre de “I Am Coming, Lord” by Lewis Hartsough, 1828-1919).

(FIN DEL SERMÓN)

Tú puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet

en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español”.

La Escritura Leída por el Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Juan 19:23-28.

El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:

“A Song for the Foot of the Cross” (por John Chandler, 1837).

¿Cuál es el significado de que Jesús diga “Tengo sed” en Juan 19:28? – Estudio Bíblico – Estudios Bíblicos

La cruz no fue un evento simple. La muerte de Cristo en la cruz es la respuesta definitiva de Dios a la humanidad caída. En lugar de juicio, encontramos gracia. En lugar de retribución, Dios otorga redención. En lugar del castigo, Jesús abraza el sufrimiento de la humanidad. Vemos estas realidades matizadas en las declaraciones de Cristo desde la cruz misma. Hasta su último aliento, Jesús proclama el perdón y la salvación para todos los que quieran escuchar y responder.

Una de las declaraciones que Jesús hace mientras está en la cruz es “Tengo sed”. Esta declaración, de alguna manera, parece contrastar con sus otras declaraciones en la cruz. Su grito, “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, por ejemplo, es obviamente una oración de perdón sobre la humanidad pecadora. De manera similar, sus declaraciones a María y Juan de “he aquí tu hijo / he ahí tu madre” implican la creación de la comunidad cristiana. Sin embargo, la declaración de su sed parece diferente. El enfoque de la declaración no está en el Padre arriba, ni en la multitud abajo, sino en él mismo mientras está colgado de la cruz. Quizás por eso esta frase ha intrigado a tantos.

Entonces, ¿qué quiso decir exactamente Jesús cuando declaró: “Tengo sed”?

Jesús tenía sed

Esto puede parecer demasiado simplista. La tentación es tomar estas palabras e interpretarlas de una manera demasiado espiritualizada. Podríamos equiparar “tener sed” con el llamado de Cristo a “tener hambre y sed de justicia” ( Mateo 5: 6 ). Otra posible conexión sería vincular esta declaración con la invitación de Cristo de que todos los que tienen sed están invitados a beber de las aguas de la vida ( Apocalipsis 22:17 ). Estos vínculos interpretativos no son necesariamente incorrectos, y los estudios de palabras pueden ser una incursión agradable tanto en la meditación bíblica como en el estudio bíblico. Estos estudios pueden llevarnos a profundizar en nuestra fe y al descubrimiento de verdades profundas para nuestra vida.

Sin embargo, debemos hacernos la pregunta: ¿es a esto a lo que se refería Jesús cuando pronunció estas dos palabras? Yo diría que no.

Debemos reconocer esta declaración en su contexto. Puede ser tentador ver el dolor de la cruz como una referencia únicamente a los clavos en las manos y los pies de Cristo. Sin embargo, debemos recordar que la cruz ocurrió solo después de que lo hicieron desfilar por las calles, lo golpearon los guardias romanos y lo escupieron los transeúntes. Una vez que terminó esta procesión de humillaciones, solo entonces le clavaron uñas en manos y pies. Para colmo de males, lo erigieron sobre una viga de madera para que los mismos a los que había venido a salvar se burlaran y se burlaran de él.

En la cruz, Jesús cuelga en una posición de asfixia por sí mismo. Su único alivio de la presión física sobre sus pulmones es levantar su peso sobre sus muñecas y pies llenos de cicatrices de uñas. A medida que pasaban las horas, crucificado en el calor abrasador del sol del mediodía, esta acción se hacía cada vez más difícil, y cada vez más dolorosa. Los romanos diseñaron esta forma de castigo con este mismo propósito. La cruz fue un medio para infligir la mayor cantidad de dolor posible. Esto fue tan efectivo que se tuvo que crear un nuevo término para describir sus efectos: insoportable , literalmente “fuera de la cruz”.

Es en este lugar de agotamiento físico que Jesús declara su sed. Las horas que pasaba bajo el sol, junto con el dolor físico que estaba sintiendo, habrían provocado una deshidratación leve, si no severa. Jesús habla de su propia sed por una verdadera necesidad humana de sustento y alivio. En la cruz, Jesús tiene sed físicamente.

Este hecho es importante, no sea que neguemos la humanidad de Cristo. Una de las primeras herejías con las que se enfrentó la iglesia fue conocida como “Docetismo”. Esta era la creencia de que Jesús solo parecía ser humano. Como alguien que no era completamente de carne y hueso, Jesús no experimentó hambre, sed, placer o dolor. Por lo tanto, la herejía enseñó que Jesús, la segunda persona de la divina Trinidad, no experimentó el sufrimiento de la crucifixión. Para los docetistas, la cruz era una especie de espectáculo divino. No tenía sentido, entonces, que Jesús gritara “Tengo sed”, porque la sed es una sensación humana, que no tiene cabida en el ser divino.

Los cristianos creen de manera diferente. Los cristianos creen que Jesús fue completamente humano. Jesús era de carne y hueso como todos los demás. Comió. Él bebió. Durmió. Él se rió y lloró. Él sufrió. Él murió. Jesús no escapó de la crucifixión por alguna escapatoria divina. Jesucristo, la misma encarnación de Dios, fue a la cruz. Esto es vital para nuestra fe porque nos enseña que Jesús entra en las profundidades de la vida humana. Creer que Cristo de alguna manera no estuvo en la cruz es creer que hay algo acerca de la humanidad en lo que Jesús no entra. Esto se niega con vehemencia en toda la Escritura.

El padre de la Iglesia primitiva, Gregorio de Nacianceno, dijo una vez: “Lo que no se asume [en la encarnación] permanece sin curar”. Su punto es que la redención solo se encuentra en la plena aceptación de la humanidad por parte de Cristo. Después de todo, ¿cómo puede Jesús ofrecer la solución a la brutalidad y violencia del mundo si, de alguna manera, él no experimentó eso? En la cruz, Jesús entra en la realidad del dolor, el sufrimiento y la muerte. Jesús toma sobre sí el sufrimiento de la humanidad para ser el camino de la redención. Es por este hecho que podemos estar seguros de que nada en nuestra vida se encuentra fuera del amor redentor de Cristo. Debido a que tenía sed, nuestra sed se puede apagar.

Jesús es el Mesías

Si no entendemos que Jesús era una persona humana de carne y hueso, entonces no entendemos completamente el evangelio. Sin embargo, Jesús no era solo un ser humano más. Aunque era completamente humano, Jesús también era completamente divino. Jesús es la segunda persona del Dios Triuno. Su presencia en la tierra fue la encarnación misma de Dios. De esta manera, Jesús es el Ungido de Dios, el agente de la redención y salvación de Dios. A esto es a lo que nos referimos cuando usamos el título Mesías o Cristo .

Cuando Juan registra a Jesús diciendo “Tengo sed”, Juan agrega que “esto fue para que se cumpliera la Escritura” (19:28). Aquí, Juan se refiere a dos pasajes que se encuentran en los salmos. En primer lugar, el Salmo 69:21 dice: “Me dieron veneno para comer, y para mi sed me dieron a beber vinagre”. Esto es exactamente lo que ocurre en el evangelio. Ante la declaración de la sed de Cristo, los soldados llevan una esponja empapada en vino agrio a los labios de Jesús.

De manera similar, mucho de lo que sucede en la cruz se hace eco del Salmo 22 . Es en el Salmo 22 donde encontramos la frase “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Además, el versículo 15 dice: “Mi boca está seca como un tiesto, y mi lengua se pega al paladar. Me pones en el polvo de la muerte “. Por último, en el versículo 18 leemos “se repartieron mi ropa entre sí, y mi ropa echaron suertes”. Esto ocurre en Juan 19:24 . Estos versículos, y muchos otros, profetizan la vida, muerte y resurrección de Jesús.

El punto sobresaliente de todo esto es que Jesús no salió de la nada. Jesús es la misma persona a la que continuamente apuntan las Escrituras Hebreas. Al revivir escenas del propio pasado de Israel, Jesús declara que él es el camino de la redención, el inaugurador de la salvación. La anticipación de Israel del mesías ahora se realiza firmemente en la persona de Jesús. La redención completa se encuentra solo en él. Por lo tanto, declarar su sed es un cumplimiento de las Escrituras del Antiguo Testamento, testificando que Jesús es el Mesías tan esperado. Si bien no tenemos tiempo aquí para hablar de todas las formas en que Jesús cumple la historia profética de Israel, los eruditos han estimado que Jesús cumplió aproximadamente 400 profecías mesiánicas.

No podemos enfatizar un aspecto de la existencia de Cristo sobre el otro. Si confiamos demasiado en Jesús como el Mesías divino, corremos el riesgo de volverlo remoto, separado e inaccesible. Si enfatizamos demasiado la humanidad de Cristo, entonces Jesús simplemente se convierte en otro sabio sabio de una era pasada, uno cuyas palabras pueden ser inspiradoras, pero cuya presencia es arrancada de nuestras vidas. La fe cristiana sólida mantiene unidos a los dos.

Cristo no tiene dos naturalezas diferentes y opuestas. Jesús tiene una naturaleza, igualmente humana e igualmente divina. Jesús era un ser humano de carne y hueso. Jesús sintió las emociones que sentimos y sufrió las heridas que experimentamos. Jesús también tenía tanta sed como nosotros. Jesús, sin embargo, también fue la encarnación divina de Dios. Él era el Mesías ungido en quien toda la plenitud de Dios se complació en morar ( Colosenses 2: 9 ). Y por eso, es capaz de afrontar los anhelos más profundos de nuestro corazón y nuestra alma. Aquello que ningún otro ser humano es capaz de afectar, lo domina Jesús. Solo con él está el perdón, la gracia y la misericordia. Su amor nos llega en cualquier situación en la que nos encontremos. Debido a que es completamente divino, podemos estar seguros de que no hay nada en el cielo o en la tierra que esté fuera de su poder.

Es porque Jesús tuvo sed en la cruz que puede saciar los anhelos más profundos de nuestra alma. Es porque Jesús sufrió el rechazo y la crueldad que Jesús puede ofrecernos sanidad. Es porque Jesús murió en la cruz que Jesús nos encuentra en el lugar de la muerte y lo transforma en un lugar de vida eterna. Un Jesús que no soportó estas verdades no nos sirve de nada. Afortunadamente, por la misericordia de Dios, este no es el caso, porque Jesús dijo: “Tengo sed”.

Otras lecturas

El poderoso significado de las palabras de Jesús “Tengo sed” en Juan 19:28

Crédito de la foto: © GettyImages / kckate16

El reverendo Kyle Norman es el rector de la parroquia anglicana de Holy Cross en Calgary, Alberta, Canadá. Tiene un doctorado en Formación Espiritual y a menudo se le pide que escriba o hable sobre la naturaleza de la comunidad cristiana y el papel de las disciplinas espirituales en la vida cristiana. Su blog personal se puede encontrar aquí .

Este artículo es parte de nuestra biblioteca de recursos más grande de frases y citas de versículos bíblicos populares. Queremos proporcionar artículos fáciles de leer que respondan a sus preguntas sobre el significado, el origen y la historia de versículos específicos dentro del contexto de las Escrituras. Esperamos que esto le ayude a comprender mejor el significado y el propósito de la Palabra de Dios en relación con su vida actual.

“Estad quietos y sabed que yo soy Dios”

“Orar sin cesar”

“Hecho con temor y maravillosamente”

“Todas las cosas funcionan juntas para bien”

“No temas”

QUINTA PALABRA: «Tengo sed»

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En la cruz del calvario, en los momentos previos a su entrega total Jesús se profundizó interiormente y exclamó ¡Tengo Sed! y al escucharlo alguien se le acercó y alcanzó vinagre con hiel pero no bebió y después probó vinagre, pero Jesús tenía sed que los humanos recuperemos los dones naturales para una calidad de vida, de respeto por la vida, de respeto de los que han sido concebidos y están por nacer.

La misión de Jesús en la tierra es dejar el mensaje de salvación y morir en la cruz del calvario por la redención de la humanidad, al decir Jesús «Tengo Sed» lo dijo en un sentido espiritual en un deseo supremo que la humanidad deje las vanalidades de la vida vuelva sus ojos a Dios para que tenga felicidad.

En el momento de su entrega Cristo estaba haciendo mención a la vida, a una vida con mucha abundancia con mucha generosidad y con mucha calidad, pero para lograrlo significa adentrarnos con Jesús y decir como el apóstol Pablo ¡crucificado estoy conjuntamente con Cristo.

Las 7 palabras son los momentos en que el va diciendo su pensamiento, su vivir sen los momentos postreros, sus expresiones sobre todo cuando está ya para cumplir la voluntad de su padre a favor nuestro, no olvidemos que Jesús es nuestro mejor amigo que con su sacrificio nos invita a que construyamos un mundo como él lo quiere y como lo quiere Dios su Padre, porque en lasa actuales circunstancias no hacemos las cosas con limpieza, con ética, con claridad y transparencia.

La redención de Cristo purifica a la persona y esa purificación los hombres y mujeres tienen que conservarla para retribuir el sacrificio de Jesús en la Cruz del Calvario y ser hombres nuevos con la recuperación de los dones naturales; si bien el camino no es sencillo, pero solamente los valientes y perseverantes en Dios ganarán el Reino de los Cielos.

Las 7 Palabras

PRIMERA PALABRA: «Padre perdónalos por que no saben lo que hacen»

SEGUNDA PALABRA: «En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso»

TERCERA PALABRA: «He aquí a tu hijo, he aquí a tu madre»

CUARTA PALABRA: “Dios mío, Dios mío ¿Porqué me has abandonado?”

QUINTA PALABRA: «Tengo sed»

SEXTA PALABRA: «Todo está consumado»

SÉPTIMA PALABRA: «Padre en tus manos encomiendo mi espíritu»

“Sed Tengo” (La Quinta Palabra)

“Sed Tengo”

(La Quinta Palabra) -Jorge L. Trujillo Juan 19:28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. Cuando Cristo murió en la cruz del Calvario, nos dice la Escritura que pronunció las palabras “sed tengo” (Juan 19:23). En este breve mensaje deseo mirar al aspecto tanto físico, como espiritual de la sed de nuestro Señor al tiempo que meditamos sobre los beneficios que podemos tomar de la sed que tuvo nuestro maestro. El Aspecto físico Las palabras pronunciadas por Jesucristo mientras colgaba del madero nos recuerdan que Cristo era ciertamente hombre y como tal sufrió sed. Después de haber perdido gran cantidad de sangre mientras había sido azotado y los clavos habían traspasado sus manos y sus pies (Salmo 22:16), el Señor sintió sed. Salmos 22:16 Porque perros me han rodeado; Me ha cercado cuadrilla de malignos; Horadaron mis manos y mis pies Isaías 53:4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Nos dicen los estudiosos sobre el fallecimiento humano que la sed es común en aquellos que sufren muerte de la manera que murió Cristo que perdió gran cantidad de líquido de su cuerpo. Cuando eso ocurre el cuerpo se deshidrata, los labios y la boca se secan y la lengua se pega al paladar, de tal manera que el que atraviesa tal situación “siente sed”. Esto es consistente con las palabras dichas por el profeta en el Salmo 2214-15: 14 He sido derramado como aguas,

Y todos mis huesos se descoyuntaron;

Mi corazón fue como cera,

Derritiéndose en medio de mis entrañas. 15 Como un tiesto se secó mi vigor,

Y mi lengua se pegó a mi paladar,

Y me has puesto en el polvo de la muerte. Recordamos que en el caso de Cristo, la última vez que había tomado algo fue la noche anterior cuando compartió la última cena pascual con sus doce discípulos. Eran ya las cerca de las doce del día y el sol estaba en todo su apogeo cuando después de tan largas horas de maltrato y sufrimiento el Mesías exclamó “sed tengo”. Se cumple la Escritura Desde su nacimiento, en su vida y hasta su muerte, Cristo siempre cumplió la Escritura. Nada ocurre por casualidad ni coincidencia sino por “plan divino”. Las palabras de Jesús con relación a su ‘sed’ desde la cruz fueron también cumplimiento de la profecía hecha respecto a su persona. El salmista escribiendo de forma profética en el Salmo 69 nos dice

Salmos 69:21 Me pusieron además hiel por comida, Y en mi sed me dieron a beber vinagre Tal como fue profetizado, cuando Cristo exclamó que “sentía sed” nos dice la Escritura que cerca del lugar había una vasija con vinagre o ‘vino agrio’ la cual uno de los soldados mojando en ella una esponja la acercó a los labios del maestro. Juan 19:28 28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. 29 Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. 30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. El vinagre era utilizado para hacer morir los que eran crucificados de forma más rápida a la vez que mitigaban los dolores de la crucifixión. Una vez anteriormente, al llegar al lugar de la crucifixión le dieron a beber una mezcla de “vinagre con hiel” pero él lo rechazó: “le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo” (Mateo 27:34) La segunda vez, cuando le dieron de beber vinagre al Señor, lo hicieron no de buena forma sino de mala forma (Mateo 27:48; Lucas 23:36). No fue un favor lo que le hicieron sino una burla. Aunque Cristo tomó el vinagre (v. 30), no podemos pensar que la sed física del Señor halla sido mitigada. El Aspecto Espiritual Resulta muy interesante y hasta irónico que Jesús estuviera pidiendo agua. Él era el mismo que le dijo a la mujer Samaritana “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.” (Juan 4:10), el mismo que el último día de las fiestas de los tabernáculos (Juan 7) dijo “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. El es el mismo que según nos dice el gran Apóstol “Cristo es la roca espiritual que dio agua al pueblo de Israel en el desierto” (1 Corintios 10:4.) Pero ahora vemos que Cristo, la fuente de vida “tiene sed”. La sed que sufrió Cristo fue para que nosotros nunca jamás tengamos sed. Y estas palabras son reales. Tal como en los días de Moisés, Cristo (la roca) puede darnos agua después que ha sido “golpeada” una sola vez. Por eso Moisés sufrió castigo por haber golpeado la roca (tipo de Cristo) más de una vez. Este error le costo a Moisés su entrada a la tierra prometida. Cristo, la piedra angular que es fuente de agua viva, fue golpeado una vez y para siempre ( en la cruz del calvario) para que nosotros podamos beber del agua que salta para vida eterna. (Juan 4, 7) La muerte de Cristo aunque similar a las de aquellos hombres que estaban crucificados junto a Él fue al mismo tiempo muy distinta. Cuando Cristo murió lo hizo en lugar nuestro. En la cruz Él sufrió no solamente una muerte y sufrimiento físicos sino que sufrió la paga infernal que nosotros deberíamos sufrir. Cristo llevaba sobre sus lomos la condenación del pecado de su pueblo. La Escritura nos dice “el castigo de nuestra paz fue sobre el” (Isaías 53). Cristo sufrió el castigo por nuestra salvación la cual nos trae “paz con Dios” (Ro. 5:1). En la cruz Cristo, como el rico de la historia de Lázaro se encontraba “en tormentos” y también sufrió de sed. El rico sufriendo en las llamas exclamó diciendo: 23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Podemos concluir diciendo que Cristo: § siendo rico se hizo pobre para darnos riqueza espiritual § siendo fuerte se hizo débil para darnos fortaleza § estando en Gloria se hizo humilde para llevarnos de su Gloria § siendo Dios se hizo hombre para que participemos de su naturaleza § siendo pan, pasó hambre para alimentar nuestra hambre espiritual y § siendo la fuente de agua tuvo sed para que los que le buscan no tengan sed JAMÁS. ¡Amen! Copyright/Derechos ©1999-2009 Jorge L. Trujillo

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Comentario al Evangelio: “Tengo sed”

Evangelio (Jn 19,17-30)

Y, cargando con la cruz, salió hacia el lugar que se llama la Calavera, en hebreo Gólgota. Allí le crucificaron con otros dos, uno a cada lado de Jesús. Pilato mandó escribir el título y lo hizo poner sobre la cruz. Estaba escrito: «Jesús Nazareno, el Rey de los judíos». Muchos de los judíos leyeron este título, pues el lugar donde Jesús fue crucificado se hallaba cerca de la ciudad. Y estaba escrito en hebreo, en latín y en griego. Los príncipes de los sacerdotes de los judíos decían a Pilato:

—No escribas el Rey de los judíos, sino que él dijo: «Yo soy Rey de los judíos».

—Lo que he escrito, escrito está —contestó Pilato.

Los soldados, después de crucificar a Jesús, recogieron sus ropas e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y además la túnica. La túnica no tenía costuras, estaba toda ella tejida de arriba abajo. Se dijeron entonces entre sí:

—No la rompamos. Mejor, la echamos a suertes a ver a quién le toca —para que se cumpliera la Escritura cuando dice:

Se repartieron mis ropas

y echaron suertes sobre mi túnica.

Y así lo hicieron los soldados.

Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, le dijo a su madre:

—Mujer, aquí tienes a tu hijo.

Después le dice al discípulo:

—Aquí tienes a tu madre.

Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa.

Después de esto, como Jesús sabía que todo estaba ya consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo:

—Tengo sed.

Había por allí un vaso lleno de vinagre. Sujetaron una esponja empapada en el vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús, cuando probó el vinagre, dijo:

—Todo está consumado.

E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Comentario

Desde muy antiguo, el Viernes Santo la Iglesia no celebra la Eucaristía sino la Pasión de Jesús. La liturgia nos enseña en este día a fomentar la contrición, pero con esperanza y agradecimiento, y no con tristeza y amargura. Por eso la Iglesia se atreve a decir: “Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido. Ningún árbol fue tan rico, ni en sus frutos ni en su flor. ¡Dulce leño, dulces clavos, dulce el fruto que nos dió!”. Y hoy adoramos con genuflexión la cruz, porque “por el madero ha venido la alegría al mundo entero”[1]. También hoy se lee el relato de la Pasión según san Juan, que remite a la tradición del discípulo amado, protagonista de los hechos. Podemos fijarnos en algunos detalles de los momentos culminantes del relato, al pie de Cruz.

El evangelista nos enseña que tras el reparto de las vestiduras de Jesús y de su túnica sin costuras se cumplen al detalle las Escrituras (cfr. Sal 22,19). En este hecho algunos Padres de la Iglesia han visto también cierta simbología de la Iglesia. Así lo explicaba por ejemplo san Agustín: “Esta división de los vestidos de nuestro Señor Jesucristo, en cuatro partes, figuraba su Iglesia extendida por las cuatro partes del mundo. Pero la túnica es la figura de la unidad de las cuatro partes, por el vínculo de la caridad”[2].

El relato se fija especialmente en la madre de Jesús. “María se mostró a la altura de la dignidad que correspondía a la Madre de Cristo”, comenta san Ambrosio, subrayando la inmensa fe de la Virgen, pues “cuando huyeron los Apóstoles, estaba en pie ante la cruz, mirando las llagas de su Hijo, no como quien espera la muerte de su tesoro, sino la salvación del mundo”[3]. Además, en aquel momento supremo, el Verbo de Dios por quien todo fue hecho (Jn 1,1-3), nombra a María madre de todos los hombres: “Ahí tienes a tu hijo”.

Después, antes de morir, Jesús dice “tengo sed”. No era solo una extrema necesidad física provocada por la pérdida de sangre. “Su petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea”, dice el Catecismo[4]. En cierto sentido está en nuestra mano calmar la sed de Dios. El Papa Francisco se fijaba en este detalle: “En tu sed Señor, nosotros vemos la sed de tu Padre misericordioso que en ti ha querido abrazar, perdonar y salvar a toda la humanidad. (…) Señor, cubre nuestros corazones de sentimientos de fe, de esperanza, de caridad, de dolor por nuestros pecados y llévanos a arrepentirnos de los pecados que te han llevado a la crucifixión. Llévanos a trasformar nuestra conversión hecha de palabras en conversiones de vida y de obras”[5].

Por último, Jesús dijo: “todo está consumado. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu”. El relato muestra con sobriedad cómo el Señor nos amó hasta el extremo (Jn 13, 1), sin reservarse nada. Y “amor con amor se paga”, decía san Josemaría recogiendo un conocido refrán español[6]. No debería darnos reparo manifestarle a Jesús nuestro cariño y ternura. Nos puede servir de pauta el proceso que describe san Josemaría cuando se veía “como un personaje más” amortajando a Jesús junto a Nicodemo y José de Arimatea: “Yo subiré con ellos al pie de la Cruz, me apretaré al Cuerpo frío, cadáver de Cristo, con el fuego de mi amor…, lo desclavaré con mis desagravios y mortificaciones…, lo envolveré con el lienzo nuevo de mi vida limpia, y lo enterraré en mi pecho de roca viva, de donde nadie me lo podrá arrancar, ¡y ahí, Señor, descansad! Cuando todo el mundo os abandone y desprecie…, serviam!, os serviré, Señor”[7].

[1] Misal Romano, Viernes Santo: Celebración de la Pasión del Señor, Antífona.

[2] San Agustín, in Ioannem, tract., 118

[3] San Ambrosio, in epistolis, Catena Aurea.

[4] CIC, n. 2560.

[5] Papa Francisco, Discurso durante el Vía Crucis de 2015.

[6] San Josemaría, Vía Crucis, 5ª Estación, Punto de meditación n. 1.

[7] San Josemaría, Vía Crucis, 14ª Estación, Punto de meditación n. 1.

Juan 19:28-29 ¡Tengo Sed!

En las afueras de Jerusalén, con vistas a la basura volcadas Jesús fue crucificado en desbastadas maderas con clavos de hierro.

El día comenzó con un simulacro de juicio y el castigo de las víctimas. Pilatos hecho azotar a Jesús por los soldados romanos. No era humano. Personas, entrenadas en la correcta administración de este castigo, desnudaron y ataron a la víctima a una columna de piedra. Cogió un flagelo compuesto por una pequeña pieza circular de madera al que se adjuntaba varias tiras de cuero. Cada banda tenía pedazos de hueso, trozos de cadena de hierro, clavos, anzuelo como garras y vidrio cosidos a ella. De acuerdo con la ley romana no había un número conjunto de rayas que se administraba, o en qué partes del cuerpo sobre el que se puede infligir o golpear. El lictor asumió su cargo a unos dos metros detrás de Jesús. Jim Bishop dice: “El flagelo se llevó todo el camino hacia atrás y hacia adelante silbó e hizo un sonido de tambor sordo, como las rayas de cuero se estrelló contra la parte trasera de la caja torácica. Los trozos de hueso y de la cadena enroscada alrededor del lado derecho del cuerpo y cridó pequeñas hemorragias subcutáneas en el pecho. “Una y otra vez y otra vez el flagelo volvió ligeramente menor cada vez y se estrelló contra la piel y la carne de Jesús. En un lento ritmo pulsante la gran víctima de estas palizas fue golpeada frecuentemente hasta la muerte. Si no hubiera sido una masa sanguinolenta, cuando el lictor había terminado su trabajo mortal.

Después de ser paseado por las calles Jesús fue llevado al Gólgota, rodeado por cuatro soldados romanos y un centurión. Jim Bishop, en El Dia que Cristo Murió escribe claramente:

“El verdugo puso el travesaño detrás de Jesús y lo trajo a la tierra rápidamente sujetando el brazo y tirando de él hacia atrás. Tan pronto como Jesús cayó, la biga se instaló en la parte posterior de su cuello y, en cada lado de los soldados se arrodilló en el interior de los codos. Jesús no puso ninguna resistencia y no dijo nada, pero él se quejó cuando cayó en la parte posterior de la cabeza y las espinas apretaron contra su cuero cabelludo desgarrado.

Una vez iniciado, el asunto se llevó a cabo de forma rápida y eficiente. Con la mano derecha, el verdugo probó la muñeca de Jesús para encontrar el punto pequeño. Cuando lo encontró, tomó uno de los clavos de hierro de corte cuadrado de los dientes y la sostuvo contra el lugar, justo detrás de la línea de vida, donde la vida termina. Luego alzó el martillo sobre la cabeza del clavo y la dejó caer con fuerza. . . .

Dos soldados agarraron cada lado del travesaño y lo levantaron. Mientras, lo arrastraron a Jesús por las muñecas. Con cada aliento, se estremeció. Cuando los soldados llegaron a la vertical, los cuatro de ellos comenzaron a levantar el travesaño a lo más alto hasta que los pies de Jesús estuvieran en la tierra. El cuerpo debe haberse retorcido de dolor

Sus brazos estaban ahora en posición de V, y Jesús se hizo consciente de dos circunstancias insoportables: la primera era que el dolor en las muñecas era insoportable, y que los calambres musculares anudaban sus antebrazos y la parte superior de los brazos y las almohadillas de los hombros, y el segundo era que sus músculos pectorales a los lados de su pecho se paralizaron momentáneamente. Esto indujo en él un pánico involuntario, porque se encontró que si bien podía introducir aire en sus pulmones, era incapaz de exhalar” (pp. 278-80).

Jesús había estado soportando este tipo de sufrimiento en la cruz por aproximadamente tres horas, desde las nueve de la mañana hasta el mediodía. A través de toda la conmoción de la cruz hemos escuchado a Jesús seguir orando, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Los dos criminales fueron atrapados por un tiempo con la burlona multitud hostil hacia Jesús. Ellos estaban gritando con la multitud reunida delante de ellos, “A otros salvó; sálvese a sí mismo si este es el Mesías, el Elegido!” Otro seguía gritando: “¡Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a ti mismo y a nosotros!” Entonces uno de los delincuentes llegó a sus sentidos al observar la Víctima divina soportar los pecados de los demás y él siempre decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino!” “Jesús acuérdate de mí …” Después de algún tiempo, Jesús dijo de una vez por todas: “En verdad os digo, hoy estarás conmigo en el paraíso” (Luc. 23:42-43). En algún momento durante las tres primeras horas del sufrimiento el apóstol Juan y cuatro mujeres más estaban cerca de la cruz. La madre de Jesús estaba con ellos. Cuando Jesús vio a su madre y “a los discípulos a los que amaba”, cerca de la cruz, Jesús dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo!” luego dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre!” (Juan 19:25-27). Juan llevó a María a su casa en Jerusalén y luego regreso a la escena fea. Este drama siguió pasando en el rostro de Jesús durante aproximadamente tres horas y luego una repentina oscuridad, intensa cayó sobre la tierra desde el mediodía hasta las 15:00 Hacia el final de las tres horas de oscuridad silenciosa que rodeaba la escena del Siervo Sufriente de Yahvé gritó con fuerte voz: “«Elí, Elí, ¿lama sabactani?» (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?)” (Mateo 27:45-46).

Después de seis horas los acontecimientos que rodearon la crucifixión de Cristo ahora se mueven con bastante rapidez. Juan nos dice: “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliera:—¡Tengo sed! “(Juan 19:28). Un soldado romano vertió un poco de vinagre en una esponja barata y la levantó en una rama de hisopo a los labios de Jesús. Cuando recibió el vinagre dijo: “¡Ya está!” Entonces Jesús con fuerte voz dijo: “—Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” (Lucas 23:46). Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios diciendo:—Verdaderamente este hombre era justo (Luc. 23:47).

Vamos a volver atrás y centrar nuestra atención en Jesús en Juan 19:28-29. Jesús ha venido sufriendo durante seis horas y ahora son alrededor de la hora tres “sabiendo Jesús que todas las cosas que se había realizado, eran para cumplir la Escritura, dijo: ‘Tengo sed’. Había allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja y, poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca.”

Vamos a reflexionar sobre lo que esas palabras de Jesús quiso decir cuando contemplamos nuestra redención

LA FINALIZACIÓN DE NUESTRA REDENCIÓN

Jesús está alerta

El apóstol Juan, quien estuvo presente en la cruz, escribió: “sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado …” (Juan 19:28a). La parte más difícil del sufrimiento ha terminado y ahora Jesús pidió algo de beber. No estaba en un punto de desmayarse. Estaba alerta en su sufrimiento y la razón de su sufrimiento. Aun en la cruz Él está en control y él es el maestro del momento. Está alerta, hasta el momento de su muerte.

¿Qué es lo que Jesús sabe ahora? Todas las cosas ya se han cumplido. Se han llevado a su fin o alcanzado su objetivo. El último acto de su sufrimiento ya se ha completado.

Fuera lo que fuera que Jesús llevó a cabo en esa amarga agonía durante las tres horas de oscuridad cuando fue cubierto con nuestra culpa, y experimentó al Padre volvió su rostro de él y estaba todo consumado. Cuando eso se acabó, el ​​acto final se terminó, y por ese hecho en su propósito de sufrimiento se terminó y él terminó lo que la Escritura predijo acerca de su muerte. Jesús era consciente de que nada más se necesitaba. La tarea horrible, horrible crueldad de pagar la pena por nuestros pecados, se llevó a cabo. Nada se necesita añadir a su obra terminada. En la terrible oscuridad que cubrió la tierra de Jesús, clamando: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Después de este terrible sufrimiento en la densa oscuridad Jesús pidió algo de tomar. Es ahora que sabe que todo su trabajo está hecho.

¿Qué se logró?

“Todas las cosas que se habían realizado”, revela las cosas que Cristo fue a la cruz a hacer. Cuando pronunció estas palabras, ya todo estaba consumado. Se quedaron terminados y ahora sólo tiene que ganar fuerza y ​​declarar que nuestra redención se ha completado y luego renunciar a su espíritu. No había nada más que hacer. Él había hecho de una vez por todos los sacrificios por el pecado. La Simiente de la mujer había golpeado la cabeza de la serpiente. La lucha con el poder de las tinieblas había terminado. Él había ganado la batalla por las almas de los hombres perdidos.

Lenski escribe: “todas las Escrituras en todo lo que presentamos acerca de la obra terrenal de Jesús se han convertido en la actualidad, el trabajo trazado por la Escritura es ahora un trabajo realmente realizado” (Juan, p. 1303). Nada más había que hacer. Su obra de sufrimiento se ha completado. A los pocos minutos Jesús probara el vino amargo en sus labios y gritará “¡Ya está!” anunciando al mundo que su trabajo está hecho. El precio de nuestra redención está pagado en su totalidad.

Lo que se llevó a cabo tuvo lugar en las tres horas de oscuridad cuando Jesús, fue cubierto con nuestra culpa, experimento que incluso Dios había quitado la cara de él. El sufrimiento de Jesús en la amarga agonía había terminado, y nuestra redención fue terminada. Todo lo que las Escrituras habían predicho acerca de Su obra terrenal se terminó. Nada más se necesita, sino renunciar a su espíritu y morir. El largo trabajo, de una gran redención se hizo por completo.

LAS CREDENCIALES DE NUESTRO REDENTOR

¿Qué había en la mente de Juan cuando escribió, “a fin de que las Escrituras se cumpliese” (v. 28b)? La construcción aquí implica el cumplimiento de las palabras de Jesús: “Tengo sed”. Como señala Lenski, Jesús dijo: “Tengo sed” no “me muero”.

A. T. Robertson escribió: “Juan ve la sed de Jesús en el Salmo 69:2f … Esta es una de las más severas agonías de la crucifixión”. La sed era insoportable y se intensificó cuando estaba colgado en la cruz. Que se comprenda claramente. Las Escrituras no habían predicho la venida del Mesías que grita: “Tengo sed”. Pero las Escrituras habían indicado que el Mesías sería un Mesías sufriente. Jesús es el único y el único que cumple con las escrituras que apuntan al Libertador que viene. No es el Rey David, quien sufre como inocente, víctima indirecta divina, sino uno más grande que David.

F. F. Bruce también sugiere el Salmo 22:15, “mi lengua se pegó a mi paladar” a causa de la deshidratación y la sed amarga tengo ampollas. Las Escrituras se cumplen espontáneamente de los labios de Jesús. Nada es forzado en los textos del Antiguo Testamento.

Salmo 69:1-3, 7-9, 19-21 es otra de esas grandes profecías en el Antiguo Testamento de la humillación del Mesías. Se habla del sufrimiento de nuestro Salvador. Los cuatro primeros versos podrían ser fácilmente comparados con el sufrimiento de Jesús. El verso cuatro: “Los que me odian sin causa son más que los cabellos de mi cabeza. . .” (Cp. Juan 15:21-25).

Juan vio las palabras en el versículo nueve siendo cumplidas en los acontecimientos registrados en Juan 2:17. “Porque «El celo de tu casa me consumirá», y los reproches de los que te reprochan han caído sobre mí.”

Los cuatro escritores de los Evangelios vieron v. 21 cumplido en la muerte de Jesús. “También me dieron hiel por comida, y para mi sed me dieron a beber vinagre.” Mateo, Marcos y Lucas lo vio que se cumplió en las horas iniciales de la crucifixión, cuando las mujeres piadosas le ofrecieron a Jesús la bebida narcótica, pero Jesús se negó (Mateo 27:34, 48; Marco 15:23; Lucas 23:36). Sin embargo, Juan ve esto cumplirse aquí en estos últimos momentos de la vida de Jesús, justo antes del grito de victoria de la cruz. Este no es el vino drogado hipnótico que aquellas piadosas mujeres le ofrecieron a Jesús, que se negó al principio de la crucifixión. “Jesús dispuesto a morir con la mente despejada”. Este es el vinagre de los soldados, “lejos de embotar los sentidos, puede ser la intención de preservar o recuperación plena de la conciencia.” Creo que León Morris y muchos otros estudiosos están correctos en el pensamiento “que él quería someterse a sus sufrimientos con una mente clara. Pero ahora está en el punto de la muerte. Él desea decir algo que sea del rebaño, por lo que insta a tomar una copa para humedecer su garganta reseca. Bebe, y luego dice: “Todo está cumplido”. Inmediatamente muere …. En otro lugar se lee que Jesús esta dando un fuerte grito justo antes de su muerte. Este fue el grito de Víctoria! Fue un grito de triunfo! Lee otra vez Juan 19:28-30. “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliera:—¡Tengo sed!”. Había allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja y, poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo:—¡Consumado es! E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.”

“Están en lo cierto están de acuerdo ‘Tengo sed’ es un deseo puramente físico. Es, en efecto, cierto que ahora todo ha terminado, el trabajo está hecho, la batalla por la victoria obtenida”, escribe Lenski. Esta es una petición que hace Jesús. Pidió una copa. Quería el vinagre para humedecer sus labios resecos y la garganta. “Él estaba recuperándose para sus últimas fuerzas … Él quiere sus labios y su garganta humedecida con el fin de que Él puede hacer lo que los sinópticos informan lo que hace, es decir, lanzar un grito fuerte y luego muere. Incluso el centurión se sorprendió con el modo de la muerte … Esta solicitud y la muerte real fueron separados por solo unos pocos segundos” (p. 1306).

Esta petición de Jesús se cumplió; Recibió la bebida que solicitó. Un soldado romano tomó una lengüeta, y empapando una esponja con vinagre del más barato y se la llevó a los labios febriles de Jesús. Es por eso que algunas de nuestras antiguas traducciones lo llaman vinagre. Era la forma más barata de vinagre las personas más pobres y los soldados romanos bebían. Definitivamente no era como las cosas buenas que Jesús hizo! Sin una pausa Jesús dijo: “¡Ya está!” Lucas nos dice que Jesús exclamó en voz alta: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!” Habiendo dicho esto, murió. El hijo se fue a casa para estar con el Padre después de haber hecho la voluntad del Padre. “No es de extrañar Su voz se elevó a su más alto tono.” Su trabajo es llevado a su estado perfecto completado. ¡Hecho! ¡Consumado es! Completo!

Todas las cosas. . . cumplidas

Todas las Escrituras en todo lo que presentan acerca de la obra terrenal de Jesús se han convertido en realidad. La obra divina de la expiación trazada por las Escrituras es ahora un trabajo realmente realizado.

Después de que Jesús resucitó de los muertos le dijo a dos hombres mientras caminaban por la carretera de Jerusalén a Emaús: “¡Insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria?

Y comenzando desde Moisés y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:25-27). Más tarde esa misma noche, Jesús se apareció ante todos los discípulos en Jerusalén y comió con ellos. Antes de salir dijo: “Éstas son las palabras que os hablé estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos… “Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras; y les dijo:—Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos al tercer día; y que se predicara en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Luc. 24:44-46-47).

Déjame abrir el apetito espiritual, y le animamos a examinar por su cuenta algunos de los muchos pasajes bíblicos que se refieren a la persona y obra de Cristo en el Antiguo Testamento. Echa un vistazo a los estudios sobre Cristo en el Antiguo Testamento donde se examinan algunas de las marcas de identidad de nuestro Redentor. Si usted cree que las Escrituras no se equivocarán en la identificación de él. Su grito de: “Tengo sed”, lo marcó como el Siervo Sufriente prometido y Salvador de los hombres.

En Génesis 3:15 Jesús está aplastando la cabeza de la serpiente. Pablo escribió en Romanos 16:20, “Y el Dios de paz aplastará muy pronto a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.” La victoria sobre Satanás en el Calvario se convierte en su victoria y la mía.

Jesús es el Cordero de Génesis 22:7 cuando Isaac preguntó a su padre Abraham: “¿Dónde está el cordero?” Si no hubiera cordero, Isaac tiene que morir. En la cruz, el cordero se identifica y hace el sacrificio de Isaac por él. Juan el Bautista vio a Jesús y declaró: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

Números 21:9 Jesús es el que está siendo levantado para que todo aquel que en él cree puede tener la vida eterna. Jesús dijo: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. »De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:14-16).

Moisés habló de la venida del Profeta de Dios en Deuteronomio 18:15, 18. Aquí, en la cruz, Jesús es el portavoz único de Dios, proclamando la obra completa de Dios en la redención del mundo. Hebreos 1:2-3 nos dice que Dios “nos ha hablado por su Hijo.” “Él, que es el resplandor de su gloria, la imagen misma de su sustancia y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas … “Jesús había dicho a algunos de los fariseos en una ocasión anterior, “porque si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?” (Juan 5:46-47).

La persona de quien el profeta hebreo Isaías escribió en 7:14 se cumplió en la venida del Emmanuel, “Dios con nosotros”. Al dar tranquilidad a José, el ángel Gabriel le dijo: “Y ella (María), Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). Aquí, en la cruz, estas palabras se están cumpliendo.

Este es el que Isaías 53:3 que es “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en sufrimiento …” Jesús dijo a sus discípulos: “Ahora subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles. Se burlarán de él, lo azotarán, lo escupirán y lo matarán; pero al tercer día resucitará” (Marcos 10:33-34). Estas profecías se cumplieron.

En la cruz vemos Isaías 53:4 cumplido en el que “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, pero nosotros lo tuvimos por azotado, como herido y afligido por Dios!” Esto no es una referencia a la sanidad en la expiación, sino Jesús frente a la raíz de nuestro problema de pecado.

Por favor, me permite cambiar con reverencia los pronombres en Isaías 53:5-6 para aclarar la aplicación. “Jesucristo fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de mi paz fue sobre él, y por su llaga me curó Todos nosotros como ovejas, nos hemos extraviado, cada uno de nosotros ha vuelto. a su propio camino, pero el Señor ha hecho que la iniquidad de todos cayera en Cristo” (Isaías 53:5-6).

Jesús es el único en Isaías 53:10 de los cuales “Jehová quiso quebrantarlo, sujetándolo a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado …” Jesús es la ofrenda molida por ti en la cruz. “Él mismo llevó el pecado de muchos” (Isa. 53:12). El apóstol Pedro recuerda esa escena cruel y escribió: “Él [Cristo] mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que, muriéramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por sus heridas fuimos sanados. Porque erais como ovejas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas.”

Sí, sus credenciales son auténticos. Ellos certifican que Él es el Siervo Sufriente de Yahvé y nuestro Salvador. “sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliera: —¡Tengo sed!… Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo:—¡Consumado es! E inclinando la cabeza, entregó el espíritu” (Juan 19:28, 30). Yo quiero uno que tiene ese tipo de credenciales como mi Salvador y Señor.

EL COSTO DE NUESTRA REDENCIÓN

La Ira de Dios agotadas en Cristo

“Jesús dijo … Tengo sed” (Juan 19:28c-29). Jesús estaba revelando una condición física. El agua de la vida se había drenado o secado en los fuegos del infierno por ti y por mí. La lucha fue tan amarga, el fuego estaba tan caliente, y la competencia era tan grave, que tenía que darlo todo. La muerte era el precio de su victoria. ¡La ira de Dios se ha agotado en Jesús!

Esta es la agonía puramente física de la cruz. Jesús estaba en un sufrimiento humano, no en un espíritu gnóstico. Él era el Hijo de Dios encarnado. Él era totalmente humano y vivo plenamente. Él era Dios y hombre soportando la agonía del sufrimiento físico en nuestro nombre.

El sufrimiento espiritual por nuestros pecados, se ha completado, terminado, esta hecho. La batalla ha terminado, la victoria está ganada. El vencedor hace una simple petición: “Tengo sed”. Con sus labios y la garganta humedecida Él recoge su fuerza y los gritos, “Tetelestai!” y dice: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” y expiró.

El hijo fue a su casa con el Padre después de hacer la voluntad del Padre. La muerte de Jesús termino con su obra redentora. El derramamiento de su sangre redentora, realizo de una vez por todas, se termino y quedo terminó para siempre. Jesús, ofreciéndose a sí mismo de una vez por todas (Hebreos 7:27). No más sacrificios! Su única y todo suficiente sacrificio por el pecado es suficiente! Ya presente Cristo, sumo sacerdote en el “tabernáculo perfecto, no hecho de manos” y ofreció el sacrificio perfecto por el pecado. Hebreos 9:12 dice, “y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar santísimo, habiendo obtenido eterna redención.” “Porque la paga del pecado es muerte”, “Por la muerte murió, murió al pecado, de una vez por todas …” (Romanos 6:23, 10).

Si no lo ve como su sustituto, y su victoria como su victoria, no hay esperanza para usted. Está agotado porque ha ganado la victoria por ti. Él tiene sed, porque Él ha pasado por el fuego. Ahora Él quiere que usted lo sepa. Permanecer en la ignorancia es fatal.

Jesús murió por ti

Jesús murió por ti y por mí. Fue su muerte estaba muriendo. Tú y yo merecíamos morir, y él intervino en nuestro nombre y tomó la decisión de morir en nuestro lugar. Nosotros merecemos morir por nuestros pecados, al igual que los dos delincuentes lo hicieron en sus cruces. Somos pecadores. Hemos fracasado en dar gloria a Dios. La paga del pecado es muerte (Romanos 6:23; 3:23). La Biblia es muy clara en su interpretación de la muerte de Cristo. “Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguien tuviera el valor de morir por el bueno” (Rom. 5:6-8). No nos equivoquemos al respecto. Es vital para nosotros comprender esta gran verdad bíblica.

No es su capacidad de enseñanza, ni su poder milagroso, ni su apelación a principios de la multitud, ni su simpatía superada, sino su sacrificio expiatorio que respondió a las necesidades humanas cuya sangre ha sido derramada por el pecado del mundo.

No hay nadie más a quien hagamos el llamamiento por la salvación. Sólo en el nombre de Jesús puede recibir el don divino de la vida eterna. “YY en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12) en el nombre de cualquiera y todos los demás le enviará a un infierno eterno, y la separación eterna de Dios el Señor.

Pero ahora quiere llenar tu copa. El resucitado, Salvador quiere vivir en tu corazón y te dará la vida eterna. Él está vivo y quiere venir a vivir en ti por medio de Su Espíritu Santo. Él te ofrece refrescantes aguas de vida. Jesús está de pie y suplica con ustedes hoy, “el que tiene sed, venga. El que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida” (Apocalipsis 22:17 b). ¿Tienes sed? Ven.

Pídale a Cristo que sea su Salvador

Comienza con una simple transacción. Creer que Jesús murió en tu lugar en la cruz “Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo, porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:9-10). ¿Lo hará ahora?

¿Orará usted ahora : “Señor Jesús, yo soy un pecador. Necesito que vengas a mi corazón y dame tu vida. Creo que moriste por mí en la cruz y resucitaste de entre los muertos. Té invito a entrar en mi vida en estos momentos. Te quiero como mi Salvador.”

Jesús dijo: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32-33).

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